Se recogen a continuación unas ideas de un artículo de Luis Daniel González, con aporte para el valor de la lectura entre los jóvenes, que puede servir para aquellos que se enfrentan al temor recomendar libros  demasiado extensos, profundos o valiosos:

  • Quien fue un ávido lector infantil recuerda que, algunas ocasiones, tropezó con libros poderosos que le desafiaron y le dejaron inquieto: porque se dio cuenta de que necesitaba saber más, o bien porque intuyó que contenían mucho más de lo que podía comprender.
  • En el aprendizaje de un deportista o de un músico no se emplean pelotas desinfladas ni violines sin cuerdas: perdamos el miedo -padres, maestros- a sugerir libros que tengan profundidad, más allá del entretenimiento.
  • Si alguien, siendo niño, fue capturado por largas y emocionantes historias, nunca olvida la experiencia y que, como le quedó claro que algo así provoca un entusiasmo completamente distinto del que puede causar cualquier otra forma de pasar el tiempo, siempre tendrá la oportunidad de recuperarla.
  • Los lectores adolescentes están una etapa vital llena de ideales, por lo que se sienten inclinados a leer con interés lo que atañe a la educación del deseo y lo que pueda enseñarles a distinguir la virtud verdadera de la falsa. Evaluar con lecciones bien pensadas las elecciones y los errores de los héroes literarios abre para ellos oportunidades de reflexionar sobre la valía de sus propias actuaciones y metas, y activa sus imaginaciones morales.

 

Publicado originalmente en Aceprensa. Ver Artículo completo